sobre la silla en que duerme mi voz
se despiertan las vacas de la curiosidad
apenas esgrimen un lento pestañeo
de niños agobiados
con qué maquina se hace la mañana
acongojada de todo
voz gritona donde arremete la retórica añadida
a cada una de mis cuerdas
ese olor a árbol vívido de rodillas marcadas
tempestades de auxilio en sus brazos al cielo
venenos que asfixian el habla
en los puñetazos de antídotos poéticos
no es un canto de violonchelo aturdido
sino un reclamo a tañido limpio
a gong emplazado entre la frente
quirquinchos iniciando la cueva hacia el porvenir
boca tálamo
donde mi lengua se agudiza
...y pensé en los contrastes malditos que hay, entre un viaje al espacio y un niño sin pan... Silvio Rodríguez
jueves, 7 de diciembre de 2017
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