sábado, 30 de diciembre de 2017

apedreado

sobre el paladar del atardecer
se aleja un día más sin vos
acompasado por el lamento de una torcaza

me divulga una brisa vulgar
que no hay vuelta atrás
que está ausente aquella incrédula perfección

qué manía la mía y la tuya
de qué mano emana el sinsabor
sabroso elixir de la nostalgia

aún revolotea  el perfume de alfalfares
que impulsaste hacia mí                 eternamente
tu silueta mágica                          jamás escampará
sobre mi nebuloso semblante

incierto yo               cómo un niño solo en la soledad
encabritado en mí mismo
encandilado sobre vos

qué le voy a pedir a los olmos
más que la sombra robada de ayer

no da       
así no da el amor
así cierne el amor
ese apedreado intruso que nos posee
tan solo por un instante

sábado, 23 de diciembre de 2017

el día después

una garza desnuda sentencia la belleza
entre los pellizcos de la lluvia
que me muta todo     menos la risa
y los pasos guardados       los caminos al borde

con la sinceridad pegada en los recuerdos
como una manito que va trocándome las imágenes
en medio de mis sienes

acalla al silencio                 que nunca tuve
el mentiroso de siempre
efímeros golpes de amor          que hacinaron heridas
en la nebulosa claridad                    momentos
endulzando mi pureza

la calavera repleta         escarnio insolente
que deambula mi idiosincrasia estupefacta
la póstuma postura                     los besos póstumos
que transgredirán los quejidos

filos de paredones impuestos
quiero decir            la certeza está en el día después
después del último día
en la extinción del hombre

si un día encuentro a mis muertos

cómo les digo que el sifón es una botella
que el celular nos arranca los días
ubérrimos esclavos

qué entenderán                 qué terminarán negando

cómo les hago saber que los corbatitas
no se acercan al campo         que dejaron de piarnos el alma
los petirrojos vaciaron las pupilas

que tenemos escarchas por entrañas
y nuestro cuero un mudo metal

de qué manera trepa el sol               -les digo
cuánto nos recrimina la naturaleza
la fuerza de la tempestad

de qué forma expulso de mi vergüenza
que desperdigamos los sueños
cómo desenterramos las semillas y
tomamos a patadas la huerta

si un día encuentro a mis muertos
les diré que también he muerto antes de morir
que no fueron suficientes las blasfemias
las marchas ni los éxodos
ni siquiera los dos sexos

y la mancha negra del sol
o el amor sin superar
la cotidianidad tan cotidiana

aunque el ave acude todavía al porvenir

si un día encuentro a mis muertos

morí

en su rodante blanco                        equidistante a quien fui
alentando a sus caranchos                que
tironean mis ojos            mi pelo

por donde me enfermo anduve
por donde anduve enfermo
una hormiga me pica la mañana

y desterrado del pago
velo para siempre desde el fondo
hasta las ideas que plasmé              en los espacios recavados
entre la pobreza y sus miserias

mi grito encuentra el surco             huyendo para siempre
soplado en mis palabras
ellas harán el juego                         arando en la locura
implantada un día

hembras palabras                            machos momentos
que unieron la fecundidad hasta parir pupilas al corazón
solitario forjador de los sentidos         
que me pela las yemas         los vellos          lo bello

ecuánime soplo de ésta sangre
que en algún instante
alzó su voz

martes, 12 de diciembre de 2017

muerte del sepulturero

cuando no quede agua en la garganta y
sea tan solo un muerto mal llorado
clareando vendrá la vejiga de lo que guardo

un conspicuo corazón rescatará
                                             entre salivas urgentes
las palabras que no he podido gastar
las bonachonas las maliciosas
                                          blasfemias a punto

dientes blancos de mi semblante aguerrido
que han destrozado los caminos terrosos
los vinos aguachentos entre preguntas irrespondibles

empalizadas que no me detuvieron
hasta la funesta repodrida
espeluznante                    anacrónica maquina del frío

te cercioro         te cerceno el impedimento
a través de la lucha que perdura después del último día

llevo mi pala hacia la posteridad
al recuerdo de tantos seres que sintieron
el terrón de pena con que los vestí
sin medida            fingiendo

hoy             que corro su misma suerte
me aferro a la negación de partir
hacia los finísimos sonidos de las estrellas
hasta el reflejo de los mares

sueños eternos que me involucran
entre las palmas de sus polvos
entre los polvos de sus palmas

sana costumbre de la vencedora
irrefutable manía de vencer
de aparcar en el silencio
                                sobre cada desconocido

arrancarlos a la vida como cardo negro
en flor               lila flor             esplendor de sus espinas
que perecen ante las garras de la doña

roña en la que me convertiré
exhaustiva proteína de lo venidero

aniquilado          carezco           perezco
perezoso sueño al que me iré acostumbrando
como al morir jamás

jueves, 7 de diciembre de 2017

antídotos

sobre la silla en que duerme mi voz
se despiertan las vacas de la curiosidad
apenas              esgrimen un lento pestañeo
de niños agobiados

con qué maquina se hace la mañana
acongojada de todo

voz gritona          donde arremete la retórica añadida
a cada una de mis cuerdas
ese olor a árbol vívido                     de rodillas marcadas
tempestades de auxilio en sus brazos al cielo

venenos que asfixian el habla
en los puñetazos de antídotos poéticos

no es un canto de violonchelo aturdido
sino un reclamo a tañido limpio
a gong emplazado entre la frente
quirquinchos iniciando la cueva hacia el porvenir

boca tálamo
donde mi lengua se agudiza

naciendo

 hay ahí una eternidad un sendero donde me paro y mis manos son íntimas placebo de sus pieles voces de mi intelecto a quién acudo de vez en ...