ácido en mi cuerpo desamparado
voracidad
en el derroche de voces
tus días me queman
como el fuego de un fusil justiciero
como la sal al labio herido
me sorprende tu reinado en la cosecha
vuelo de perdiz en su pastizal
la siembra de tu sangre en tierra " ajena"
la que debiera ser solo tuya
cada caricia de la pacha
engorda la semilla
pero más las de tus manos
que trabajan para amar
mientras sueño todo el tiempo con el Hombre Nuevo
de Ernesto
con la revolución intelectual
desde mi arma filosa
que hiere de muerte al papel
con cada palabra