En medio de un huracán
me encuentro,
arrasa con todo a su paso,
al momento.
Me tomo de donde puedo,
de un auto,
de un poste,
de una pala,
de mi propio cerebro.
Trato de tomarme
de la luna,
pero,
hay muchos ya colgados.
Todos buscan
el sol,
aunque muy pocos
quedan abrazados.
La noche tiene ya sus dueñas,
sus amadas.
Mi cabello está
ya lejos;
esquivo objetos qué se lanzan
hacia mi.
Tomo al pasar
una mujer prohibida,
la beso de manera inconveniente,
la suelto,
pero quiere volver aquí.
El huracán es más intenso,
frunce su seño
ante mi
y
respondo con indiferencia.
Veo una pluma dorada,
me acerco como puedo,
logro tomarla.
Más lejos, un papel,
virgen de palabras,
pide auxilio.
Trato de plasmar una poesía,
la letra es casi ilegible.
Mis pies no me sustentan.
La suelto y su silbido
me ensordece.
Un niño la aprisiona
en su pasada,
hasta qué logra descifrarla.
La suelta a la ráfaga
y se convierte
en ave cromática,
subjetiva,
liberada.
El huracán se aleja,
quedo solo,
mi cuerpo todo magullado.
Me pregunto: ¿ Qué hago aquí?
Corro rápido hasta alcanzarlo
y me envuelvo en esa
bola incontenible.
Placenteramente
sonríe mi perfil.